Todos hemos tenido alguna vez un momento tenso, una situación vergonzosa y bochornosa, en la que hemos dicho palabras absurdas o simplemente hemos hecho el ridículo y no conozco a nadie en este planeta que lo niegue. Os preguntaréis el por qué de está entrada. Pues bien, todo surge a raíz de una situación multiembarazosa que tuve ayer.
Me despedí de mi lecho del sueño muy temprano. Sobre las 7:35 iba andando por el salón. Luego, sobre las 7:40 llegué a la cocina. Me imagino lo que os estaréis pensando chicas, pero no, no vivo sólo en un chalet de 500m2, es que cuando me levanto me gusta tomarme mi tiempo. El caso es que una vez en la cocina tuve que abrir la nevera para comer algo, pero vaya mierda, al perro se le había vuelto a olvidar hacer la compra y yo tampoco tuve ganas de ir a hacerla, luego sólo podía beber agua. Cogí la cántara y empecé a tragar sin masticar, ya que el agua es líquida y además de todo eso, moja. Mientras chupaba y dejaba los gérmenes de la gripe P (de pakistan), se me vino a la perola la expresión que a todo adolescente entusiasma: "¡Ostiasquesviernes!". Justo en ese momento, un tomate rojo empezó a caer lentamente escalón por escalón hasta que después de cinco minutos llego rodando a mi pie. Sé lo que estaréis pensando ahora, pero no, no tengo un frigorífico de 10 plantas, es que el tomate también se acababa de levantar. Todo esto me dio muchísimo miedo y me dio la sensación de que este no iba a ser un viernes normal.
Dejando la siniestralidad aparte, me vestí para ir al instituto, pero se me hizo tarde. Abrí la puerta de casa y la cerré. Bajando las escaleras se abrió de nuevo. Este debe ser el tomate - pensé. Pero me equivoqué, era mucho peor, no tenía voz de tomate...
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Mamá: ¡Miguelageeeeeee! ¿Otra vez te vas sin lavarte los dientes?
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Yo: Si mami, si me los he lavado.
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Mamá: ¿Y por que está el cepillo de dientes seco?
No sé como lo hará, pero todos los días me descubre. Después de despertar a todo el bloque con los chillidos me marché. Como la primera clase ya había empezado fui a dar un paseo para hacer un poco de tiempo. Es aquí cuando la cago por primera vez en el día...
Resulta que iba andando por la acera del corteinglés cuando observé que en la parada de enfrente una joven hacía gestos hacia mi zona. Estaba saludándome, y yo, a pesar de no conocerla, la saludé como un buen chico educado. Luego mir hacia atrás y me di cuenta de que no era a mí a quien realmente saludaba. Esto me hizo sentirme gilipollas. Le puede pasar a cualquiera, pero a mí me había pasado lo mismo un minuto antes y eso ya te marca de tonto bajo tu propio punto de vista. Pero tampoco iba a deprimirme por esto, lo dejaría pasar y punto. Continué caminando, y divisé un grupo de buenas yeguas a unos 50 metros. Empecé a mirarme en los cristales de los coches para comprobar que iba lo suficientemente guapo, y aunque intenté disimularlo, me puse bastante nervioso. Pasé por al lado y escuché como cuchicheaban. Me pareció escuchar algo así:
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Yeguas: ¡Madre míaa! No vea si esta bueno tía... tiene que tener una tranca...
Sin decir nada ni mirar atrás, seguí adelante como los de Alicante, pero todos los piropos se me caerían cuando tropecé con un escalón. No sé si sabréis de lo que os hablo, pero me refiero a una de estas veces en las que apoyas el pie y la acera tiene como un bulto, se te encasqueta la pierna y parece que estas cojo... Ya no sólo me sentía tonto, sino que había hecho el ridículo a lo grande... Se me quitaron las ganas de ir a clase, así que volví a casa y me acosté. Después de 18 horas escuché llegar a mi padre, así que me levanté, para que no me diera la típica charlita de los vagos...
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Padre: Miguelage ven pacá...
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Yo: Papá, te lo he dicho muchas veces, no soy ningún vago, sólo estoy cansado de dormir.
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Padre: No, no es de eso de lo que quiero hablarte. Bien, este verano has cumplido 18 años, y creo que ha llegado el momento de explicarte como nacen los niños: Viene la cigüeña y... bla bla bla bla.
Todo esto fue bastante embarazoso, ya que durante la conversación tuve que ingeniármelas para contarle a mi padre, con tacto porque estas cosas duelen, que yo ya había mojado (como las galletas con dibujitos de cuetara en un vaso de leche calentita.). En definitiva, tenía que ser un poco sensible así que le solté algo así:
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Yo: Papá, ¡qué yo ya he follaooo!
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Padre: Niño, ¡vete a tu cuarto...!
Le hice caso, cerré la puerta y volví a la cama. Pero ya sabéis, que detrás de toda gallina corre un gallo. Pues algo parecido me pasó a mí, y es que de tanto hablar de sexo, me entró el calentón y comencé a cascármela. Fue entonces cuando mi madre entró a dejarme los gallumbos en el cajón. No sé como se las apañan, pero parece que todo hijo tiene una cuerdecita en la polla que se acciona y hace que a la madre le entren ganas de llevarle los calzoncillos en plena paja.
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Mamá: ¿Niño que haces?. ¡Papáaa! ¡quel niño sestá tocando! ¿tu qué las dicho?. ¡que guarro eres niño!. ¡Encima con la sabana que te regaló la Lola!
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*La Lola:
es mi vecina desde que tenía 8 años. Es una chorba normal, de las que te encuentras en la pescadería los sábados por la mañana, veinte añera, rubia, ojos claros. Lo único que tiene una peculiaridad, o bueno, un par de peculiaridades...
Para concluir: Con este texto no pretendo que os deis por aludidos, sólo que reconozcáis que también os a pasado algo similar alguna vez. Tampoco quiero mostrar mi personalidad, pero lo admito, soy un guarro y eso es algo que también comparto con todos vosotros. Cada 3 minutos todos pensamos en alguna guarrería. Yo cada un minuto, porque soy profesional. Creo que de mayor voy a dedicarme a dar charlas sexuales, aunque mejores que la que me dio ayer mi padre. Dentro de 3 años si tenéis alguna duda sobre sexualidad, no dudéis en consultarme. Llamad, y hablad con mi secretaria, ella se pondrá en contacto conmigo. Gracias.
"Quiero que mi secretaria tenga un buen ridículo pero sin el ridi"