El día que cumplí los 18.

Hace dos días me levanté consciente de que había algo diferente. No sabía si era por cumplir los 18 o porque llevaba ya tres días sin ducharme, pero sentía un leve cosquilleo que recorría mi cuerpo desde la nuca hasta los pies pasando por el culo.Tras una ducha y un leve desayuno estaba listo para recibir felicitaciones de todos mis compañeros y también aguantar el típico comentario que tanto me toca la polla: “¡¡Hombre Pablo, Felicidades!! ¿18 ya no? Pues haber si maduras un poquito hijo que ya toca… La verdad es que no sabía si contestarle con una gesto de agradecimiento por la felicitación o con un hostión en la oreja por tan desafortunado comentario. Así que finalmente opté por guiñar el ojo y decirle: “swefrclr”. No se si significa algo pero me quedó bastante molón.

Durante una de las clases una compañera me pidió que la acompañara al despacho de la jefa de estudios. En un principio pensé que quería darme su particular regalo de cumpleaños, pero pronto me aclaró que lo único que iba a hacer era llamar a su madre para que la recogiera. Mientras ella buscaba el número de teléfono yo realicé una llamada que era para mí de primera necesidad:

954…

- Encargado: Telepizza dígame.

- Yo: Hola, llamo desde el Instituto Luca de Tena. Estamos en una reunión de profesores y queríamos encargar unas pizzas.

- Encargado: Esta bien. ¿Las querían chicas, medianas, grandes o supergrandes?

- Yo: Joder, que difícil elección… ¿No tenéis hamburguesas?

- Encargado: No, solo pizzas.

- Yo: Bueno, pues entonces póngame 3 medianas vegetales. Pero sin verduras por favor.

Tras un duro día de trabajo no hay nada como llegar al hogar y que te pongan un plato de macarrones por delante. Sin embargo, siempre hay alguien que lo estropea:

- Sirna (mi asistenta rusa): Felicidadess señorrito, ya tiene los 18, ¿¿Es que no va aprrenderr a hasserr la cama bien todavía??

- Yo: ¡Amos a ver cacho puta! Si para algo te pagamos no es precisamente para que me digas cuando tengo que aprender a hacer algo. Y aprende a hablar bien que me dar asco coño. ¿Entendido?

- Sirna: Está bien señorrito.

- Yo: Así me gusta sarna. Ahora tráeme una naranja.

- Sirna: ¿Te la pelo?

- Yo: Sí, pero ahora tráeme una naranja.

Desde entonces no la he vuelto a ver, pero le he dicho a mi madre que la próxima vez que vaya a contratar a una puta de asistenta mire que no tenga la polla más grande que yo.

Foto de Sirna cuando le pedí la naranja.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísimo xD relato 100% veridico