Ya huele a playa. Aún faltan unos días para que la página de agosto se instale en nuestros calendarios, pero ya huele a playa. Desde hace unas semanas son varios de nuestros lectores los que ya disfrutan de refrescantes paseos por la orilla, del suave cosquilleo de la arena, de los espectaculares atardeceres y de las colosales borracheras que en las zonas costeras tanto predominan.
Las personas, por naturaleza, valoramos más las cosas que perdemos. Es una de las características con las que nacemos, vivimos y morimos. Como cuando a un niño chico se le quita un juguete y patalea hasta que consigue recuperarlo. O como cuando alguien pierde a un amigo y llora porque nunca le dijo lo que por él sentía. O como cuando el enfermo se lamenta por haber perdido su salud…
Cuando todo esto comenzó nosotros escribíamos por el simple hecho de entretenernos un rato relatándole al aire nuestras hazañas y pensamientos, pero con cada comentario que nos dejabais pasabais a ser poco a poco nuestra motivación para hacerlo. Y ahora esa motivación se nos ha ido a la playa a pasear por la orilla, a tocar la fina arena, a mirar atardeceres y a emborrascharse noche tras noche.
Ambos pensamos que esta vida se mueve por las motivaciones que cada uno tiene, y dado que la nuestra ahora mismo se ha ido de vacaciones nosotros también lo hacemos. Tenemos para septiembre muchísimas ideas que queremos llevar a cabo. Hasta entonces os estaremos esperando ansiosos de poder volver a maltratar nuestro teclado. Hasta pronto…
¡Te encontré!
Desde hace unos días me venía preguntando si realmente existe la total felicidad y dónde encontrarla. Me considero una persona bastante afortunada. Como todos los días, tengo ropa con que vestirme, cama en la que dormir, una familia y sobre todo gente que me quiere y a la que quiero muchísimo. Sin embargo siempre me daba la sensación de que me faltaba algo para alcanzar la total felicidad.
Cuenta la leyenda que al principio de los tiempos unos demonios se reunieron para quitarle y esconderle al ser humano su bien más preciado, la felicidad.
El primero propuso: “Vamos a esconderla en la cima del monte mas alto del mundo”, a lo que inmediatamente repuso otro: “no, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde esta”.
Luego propuso otro: “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar” y otro contesto: “No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrara”.
Uno mas dijo: “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron: “No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad”.
El último de ellos, era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: “Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren”.
Todos se volvieron hacia él asombrados y preguntaron al mismo tiempo: “¿Donde?”. El demonio respondió: “La esconderemos: dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que está dentro de él mismo.
Por eso ya no busco la felicidad como ese borracho que busca su casa. Ahora simplemente cuento todas las cosas que tengo y las tantas otras que me quedan por tener. Porque aunque sea consciente de que la perfección no existe, prefiero vivir en mi burbuja pensando que mañana me tocará a mí. Y porque así, con lágrimas en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja, duermo cada noche, sintiéndome cien por cien iluso y, como consecuencia, cien por cien feliz…
Cuenta la leyenda que al principio de los tiempos unos demonios se reunieron para quitarle y esconderle al ser humano su bien más preciado, la felicidad.
El primero propuso: “Vamos a esconderla en la cima del monte mas alto del mundo”, a lo que inmediatamente repuso otro: “no, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde esta”.
Luego propuso otro: “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar” y otro contesto: “No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrara”.
Uno mas dijo: “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron: “No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad”.
El último de ellos, era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: “Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren”.
Todos se volvieron hacia él asombrados y preguntaron al mismo tiempo: “¿Donde?”. El demonio respondió: “La esconderemos: dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que está dentro de él mismo.
Por eso ya no busco la felicidad como ese borracho que busca su casa. Ahora simplemente cuento todas las cosas que tengo y las tantas otras que me quedan por tener. Porque aunque sea consciente de que la perfección no existe, prefiero vivir en mi burbuja pensando que mañana me tocará a mí. Y porque así, con lágrimas en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja, duermo cada noche, sintiéndome cien por cien iluso y, como consecuencia, cien por cien feliz…
El secuestro I
No tenía ni puta idea de lo que estaba pasando, sólo sabía que me habían encerrado en el maletero de un coche. Debió pasar hace unas horas, cuando perdí el conocimiento. Estaba atado de pies y manos y tenía los ojos vendados. ¿A dónde me llevarían?. El camino se me hizo bastante largo por el agobio de estar allí encerrado y el miedo de no saber que me esperaba. La velocidad también me causaba impresión. De pronto el vehículo se detuvo. No me sacaron, pero escuché algo.
- Hombre: A esos tres matadlos, están limpios. No saquéis a los otros, llevárselos al jefe.
- Moro: اتفاق تونى
Joder, lo que me faltaba, secuestrado y encima con un moro cerca. Dentro del coche escuché más voces, incluso me di cuenta de que habían otros vehículos cerca. Esto no era una tontería, tenía que ser algo gordo. Mientras nos dirigíamos hacia el jefe sucedió algo terrible. Nada más me bajaron del coche tuve el presentimiento de que algo malo iba a pasar. Me quitaron las ataduras y la venda de los ojos. Fue entonces cuando vi que había otro secuestrado. Miré a mi alrededor y todo estaba lleno de moros. ¡Vaya puta locura!. Nos tenían de rodilla y yo me temía lo peor (que no era la muerte sino... ya sabéis...). De pronto uno de ellos (de los malos, está claro que yo soy de los buenos) vino corriendo.
- Moro: ان ابن فان
- Yo: ¿Perdona?, no entiendo nada...
- Jefe: Lo que quiere decir es que eres un hijo de puta.
- Yo: ¿Por qué?
- Jefe: Te has cagado en su coche, ¿te parece poco?
- Yo: Aaah sí... Bueno ¿qué queréis?, me teníais encerrado ahí dentro y a mí cagar me relaja bastante.
Puse una sonrisa de las que siempre funcionan en momentos tensos, pero al ver el cabreo que tenía el morito encima no pude evitar descojonarme y sortar unas carcajadas del tipo "jajajaja", aunque en realidad fueran del tipo "jajajejijojajujo"
- Jefe: A ese no lo quiero para nada, llevároslo a la orilla y deshaceros de él. Sin embargo, ya tengo pensado algo para el del labio gordo.
- Yo: ¿Para mí?, ¡pero si nos acabamos de conocer!
Me metieron una descarga eléctrica por la espalda y me arrastraron hacia una habitación. Estos moros siempre jugando tan sucio... No sabía lo que me iban a hacer, pero creo que querían jugar.
- Hombre: A esos tres matadlos, están limpios. No saquéis a los otros, llevárselos al jefe.
- Moro: اتفاق تونى
Joder, lo que me faltaba, secuestrado y encima con un moro cerca. Dentro del coche escuché más voces, incluso me di cuenta de que habían otros vehículos cerca. Esto no era una tontería, tenía que ser algo gordo. Mientras nos dirigíamos hacia el jefe sucedió algo terrible. Nada más me bajaron del coche tuve el presentimiento de que algo malo iba a pasar. Me quitaron las ataduras y la venda de los ojos. Fue entonces cuando vi que había otro secuestrado. Miré a mi alrededor y todo estaba lleno de moros. ¡Vaya puta locura!. Nos tenían de rodilla y yo me temía lo peor (que no era la muerte sino... ya sabéis...). De pronto uno de ellos (de los malos, está claro que yo soy de los buenos) vino corriendo.
- Moro: ان ابن فان
- Yo: ¿Perdona?, no entiendo nada...
- Jefe: Lo que quiere decir es que eres un hijo de puta.
- Yo: ¿Por qué?
- Jefe: Te has cagado en su coche, ¿te parece poco?
- Yo: Aaah sí... Bueno ¿qué queréis?, me teníais encerrado ahí dentro y a mí cagar me relaja bastante.
Puse una sonrisa de las que siempre funcionan en momentos tensos, pero al ver el cabreo que tenía el morito encima no pude evitar descojonarme y sortar unas carcajadas del tipo "jajajaja", aunque en realidad fueran del tipo "jajajejijojajujo"
- Jefe: A ese no lo quiero para nada, llevároslo a la orilla y deshaceros de él. Sin embargo, ya tengo pensado algo para el del labio gordo.
- Yo: ¿Para mí?, ¡pero si nos acabamos de conocer!
Me metieron una descarga eléctrica por la espalda y me arrastraron hacia una habitación. Estos moros siempre jugando tan sucio... No sabía lo que me iban a hacer, pero creo que querían jugar.
Continuará...
Para ver cómo empezó todo haz click en este enlace.
Para ver la segunda parte de "El secuestro" haz click en este enlace.
Para ver la tercera parte de "El secuestro" haz click en este enlace.
Para ver la primera parte de "El rescate" haz click en este enlace.
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Pitito
Esté video que veréis a continuación es de locura extrema. Hasta el día de hoy sabía que hay gente que está bastante ida del mundo, pero nunca había visto como eran en realidad. Como todos los locos sean como este tenemos risas futuras aseguradas.
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