Alguien me contó una vez que en la vida no existían ni vicios, ni amores. Me resultó curioso, algo que todo el mundo da por echo que está ahí, que de hecho muchos creemos vivir en el día a día, llega un loco y lo desmiente. Y no solo la desmiente, sino que argumenta su pensamiento de tal forma que suena hasta convincente.
De esta forma, según él, el tabaco por ejemplo no es un vicio, sino una mala costumbre. La costumbre de terminar de almorzar y echarte tu cigarrillo; o la de encenderte otro mientras esperas el autobus, en los momentos de aburrimiento. Como también se puede convertir en costumbre el beber cada viernes cuando llega la noche. La costumbre de correr todas la mañanas, de echarte una siesta. O la costumbre de despertarte y pensar en la persona que más quieres, de verla por la mañana y darle un beso; la costumbre de que sea la última persona con la que hablas antes de dormirte. La costumbre de decirle “te quiero” y que ella te diga “yo más”.
Pero puede llegar un momento en que por algún motivo u otro tienes que cortar de raíz esas costumbres. Él dice que son complicadas de quitar, que son hábitos que hemos ido adquiriendo poco a poco durante meses, años incluso, y que no se borran así como así, de la noche a la mañana. Y es que lo que más cuesta, lo que duele de quitarse las costumbres es el dejar un vacío donde antes estaba ese cigarrillo, esa copa, ese “te quiero”